Desde que estudié Arte del Extremo Oriente en la facultad, quedé fascinada y me sentí muy conectada a la ya proverbial sensibilidad del pueblo japonés ante la naturaleza: la cantidad de palabras para referirse a la lluvia, al viento, a los fenómenos naturales, hablan de un pueblo que se siente pequeño ante un entorno cambiante, a veces benigno y a veces furioso, y que ha aprendido a respetarlo y vivir a su sombra, admirándose ante todas sus bellezas.
Sōshun puede traducirse como “al inicio de la primavera” y evoca esa alegría que provocan en nosotros el aire fresco, el sol, las lluvias de Abril… que marcan el final del frío y la vuelta a la vida de la tierra. En muchos lugares del Oriente es habitual celebrar los cambios de estación cambiando también la decoración del hogar: las flores, los cuadros… para adecuarse a la estación que entra.
En mi pequeño piso de estudiante, las plantas no solían durar una estación entera, así que diseñé estas plantas perennes que se pueden intercambiar, poner, quitar y guardar en un cajón, gracias a una ranura de hucha instalada en una sencilla maceta de barro. Por supuesto, cada planta tiene su propio nombre científico.